Ahí va otra vez...

19 de enero de 2014

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   -Mírala, ahí va otra vez, siguiendo a esas horribles niñas de cerca como un perrito faldero- le da un codazo a su compañera de fila mientras señala fuera del ultramarinos. -¡Y qué pintas! ¿Su madre no la ve salir con esa ropa?
   -Tengo entendido- contesta bajando la voz la golpeada en cuestión- que su madre tiene una enfermedad que la impide salir de la cama. Está tan débil que no puede ni mantenerse en pie.
   -¡Tonterías! Seguro que es cuento.
   -No sé, desde luego pocas veces se la ha visto salir de la Mansión, y en esas ocasiones únicamente ha sido para dar un corto paseo por el jardín acompañada de su hija.
   -¿Y esa niña va a clase?
   -Sí, sí, va a la misma clase que mi Rose- dice mostrando con orgullo a una pecosa niña que parece aburrida de acompañar a su madre-, pero me ha dicho que se sienta en la última fila, con la mirada fija en la mesa y no dice una palabra.
   -¿Será muda?
   -Puede ser- interviene por primera vez el tendero mientras corta mortadela. -Desde luego cuando viene a la compra me entrega una lista con lo que necesita.
   -No es muda- interrumpe la chillona voz de Rose.-Yo la he oído hablar. Una vez la vi jugando a través de la verja del jardín y estaba hablando con alguien invisible.¡Hasta vi moverse solo a su osito!
  -¡Por Dios, Rose!- ríe avergonzada su madre.-¡Qué imaginación tienen los niños!
  -¡Pero es verdad,mamá!
  -Apúntamelo en la lista- le dice apresuradamente al tendero,- que mañana te pago. Y la ven alejarse velozmente plaza abajo mientras le echa un rapapolvo a su hija. El tendero y su compañera de cotilleos se lanzan una mirada llena de complicidad antes de ponerse a discutir sobre el supuesto origen de los pimientos.