Liz, la chica que habla con los gatos en su vacía librería

24 de noviembre de 2011

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Mi nombre es Elizabeth, pero todos los gatos de la Villa del Sauce Llorón me conocen como Liz. Desciendo de una larga familia de libreros: mi padre era librero, mi abuelo era librero y la abuela de su abuelo era librera, así hasta perderse en los tiempos. Aunque la gente no lo sepa, somos muy necesarios para mantener el equilibrio del mundo... o eso decía mi abuela. "La historia se habría perdido si no fuese por nosotros..., y no hablo de la historia de la gente mundana". Mis clientes vienen desde todos los puntos del mundo, y a veces desde algún otro punto del propio tiempo. Algunos ya eran clientes de mis abuelos, y de los abuelos de estos, y siempre, siempre, encuentran la librería esté donde esté. Cada 500 años la librería se aburre y decide cambiar de ubicación, pero la gente siempre la encuentra de nuevo. No te preocupes porque no puedas entrar en mi librería, cuando un libro "sea para ti" te daré la bienvenida gustósamente. Y ahora disculpa, pero te tengo que hacer olvidar nuestra conversación. La gente que necesita saber YA sabe, y la que no, es que no lo necesita. Seguiré siendo "la chica que habla con los gatos en su vacía librería", pero es que siempre tienen unos temas de conversación tan interesantes...

Libros antiguos y de ocasión

9 de octubre de 2011

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"Libros antiguos y de ocasión", eso reza el corroido cartel del escaparate. ¿Cuánto tiempo lleva ahí?
-Desde siempre, responde un anciano que pasa por el callejón del brazo de su esposa, podría jurarlo.
¿Y cuánto tiempo hace de eso?
-Mi padre era un niño cuando ya estaban ahí ambos, librería y cartel. Su padre le contaba que había aparecido de un día para otro. La librería quiero decir, no el cartel. Y rie tras lo que considera un chiste ingenioso.
La mujer le da un codazo para que calle. -La verdad es que apenas se habla de la librería en la villa, simplemente forma parte de ella.
El hombre baja la voz y nos toca en el hombro para que nos acerquemos. -Nadie sabe el aspecto que tiene su interior. Nunca se ha visto a nadie entrar o salir... a excepción de la dueña actual, claro. Es una descendiente del dueño original... o eso se cree.
-¡Ya has hablado demasiado!- la mujer tira del brazo de su marido. -¡Y tenemos prisa!
Rápidamente la pareja desaparece calle abajo, pasando, sin mirar, ante la puerta de la librería, en la que cuelga un reluciente cartel de latón con la palabra "Abierto".